En materia de cocinar y calefaccionar, hay artefactos eléctricos y a gas. Pero qué es realmente más eficiente: ¿electricidad o gas natural?
En la elección entre electricidad o gas natural para calefaccionar un espacio intervienen diversas variables. En términos generales podemos afirmar que mientras una casa esté conectada a la red de gas natural, es conveniente usar el gas para calefaccionarse en invierno.
Sin embargo, si se trata de viviendas que no están conectadas a la red de gas, quizás sea preferible la calefacción por aire acondicionado (si se puede acceder a un sistema de climatización central, sería lo óptimo). Vale aclarar que para estos casos se recomienda la tecnología inverter por tener más eficiencia energética que los equipos de aire acondicionado tipo Split o modelos anteriores.
Para la situación de quienes cuenten tanto como acceso a la red de gas natural, como electricidad, la elección del sistema de calefacción deberá contemplar también los costos de los equipos y su instalación. Debe tenerse en cuenta que ciertos equipos pueden ser más baratos, pero requieren una inversión en instalación y accesorios que terminan encareciéndolos más que otros (por ejemplo lo que ocurre con una caldera a gas).
Sea cual fuere la instalación que hayamos elegido, con el paso del tiempo puede tornarse menos eficiente energéticamente. Por eso se recomienda una revisión anual antes de cada invierno.
Enargas (el órgano del Estado Argentino que regula el transporte y distribución de gas) realizó un estudio comparativo de la conveniencia de las cocinas eléctricas y a gas para cocinar.
El gas es el principal elemento de la matriz energética argentina. Concretamente, representa el 53% de la energía producida y consumida. Además, el 65% de la electricidad generada en Argentina, es producida en centrales termoeléctricas. Esto quiere decir que en su producción también interviene el gas y otros combustibles.
La conclusión del informe fue que las cocinas eléctricas puede que sean más eficientes, pero también son más caras. Esto se debe a que si bien tienen una eficiencia energética de casi 82% (en tanto la cocina a gas está en el 50%), los usuarios pagan mucho más de consumo eléctrico.
Esta situación vale también para los sistemas de calefacción. La electricidad es tanto más eficiente, como más cara. Una unidad de energía en forma de electricidad es 3,5 veces más cara que la misma unidad en forma de gas natural. Si hablamos de usuarios comerciales, la diferencia podría ser más alta.
El punto es que las escalas de eficiencia energética solo evalúan el consumo (de gas o electricidad) de cada aparato. Pero no contemplan las pérdidas de energía en el proceso de producción, transformación, transporte o distribución de ambas fuentes de energía. Y se requieren dos unidades de energía de gas para generar una de energía eléctrica. A esto hay que sumarle la amortización de la central eléctrica. Además, muchas centrales usan combustibles aún más caros que el gas natural (fuel oil o gasoil, importados). Contemplando dichos costos es lógico que la electricidad sea más cara que el gas natural.
Curiosamente, los consumos de la cocción son muy similares, con independencia del nivel socioeconómico observado. Estamos hablando de 0,30 ±0,12 m3/día por usuario. Tomando un promedio de 3 habitantes por vivienda, estaríamos en 3,2 kWh/día solo para cocinar.
Los hábitos de consumo diario son de 80 minutos para las hornallas medianas. El horno no suele usarse diariamente, sino entre 2 y 3 veces por semana, promediando un total de 120 minutos semanales.
En conclusión, el costo de consumo de una cocina eléctrica es de poco más del doble que el costo de consumo de una cocina a electricidad. Saquen los lectores sus propias conclusiones.