Tanto en nuestros hogares como en las oficinas, cada vez hay más artefactos eléctricos. A los de siempre debemos sumarles lavavajillas, radiadores, hornos, anafes, pavas y la lista sigue. No todas las instalaciones eléctricas toleran este nivel de consumo. La mayoría de ellas fueron hechas antes del último boom tecnológico. Como esta situación suma un riesgo extra, debemos tratar con electricistas que estén a la altura. A continuación te contamos por qué elegir a un electricista profesional matriculado.
Un electricista profesional estudió teoría y práctica. Esto le permite acortar caminos para diagnosticar y solucionar un desperfecto. Si un electricista no está capacitado, probablemente pierda mucho más tiempo en reconocer problemas, para darles una solución defectuosa.
Parte de la formación de un electricista matriculado consiste en la correcta elección y uso de sus herramientas. Para cada tarea éste tendrá un instrumento adecuado. Nada de improvisar con elementos no reglamentarios.
En el mercado hay un sinnúmero de cables de diversos grosores. Las instalaciones han ido cambiando su uso a lo largo del tiempo. Por lo cual, si un electricista no conoce el uso que se le debe dar a cada uno, puede hacer una instalación que derive en cortocircuitos, incendios, etc. Un profesional sabrá aplicar buen criterio para la compra de cables.
En un rapto de audacia podemos intentar reparar un desperfecto eléctrico nosotros mismos. ¡Y tal vez hasta lo logremos! Pero difícilmente tengamos el ojo clínico como para diferenciar un repuesto de calidad de uno malo. A la larga, esto nos exigirá que recurramos a alguien que sepa.
Un disyuntor o interruptor diferencial es un dispositivo de seguridad eléctrica. Su función es protegernos de una electrocución y evitar que nuestros artefactos se quemen. Debido a la importante función que cumple, no debemos dejar su instalación en manos de cualquiera. Si queremos que nuestros niños y otros afectos estén seguros, llamemos a un electricista matriculado.
Las mismas consideraciones del punto anterior valen para este. Una instalación eléctrica no será segura sin la puesta a tierra. Para que funcione debidamente, no puede quedar en manos de una persona improvisada.
Cuando nos mudamos a una casa de la que desconocemos detalles de cableado, debemos exigir un certificado firmado por un electricista matriculado. Más aún cuando la construcción tiene más de 20 años, pues en este plazo la tecnología cambió mucho. Pensemos que antes se usaban cables de tela y se consumía 6 veces menos de electricidad.
Si queremos evitar incendios y pérdidas eléctricas, llamemos a un profesional responsable.
Sea o no nuestra responsabilidad, a ninguno de nosotros nos gustaría que nuestro electricista sufra un accidente en nuestro hogar. Y nadie mejor que un profesional para velar por su propia seguridad. Un electricista matriculado sabrá qué equipo de protección usar y cómo hacer las tareas para no correr riesgos de vida.
Muy probablemente el valor del trabajo de un electricista matriculado sea mayor al de uno que no lo es. Sin embargo, no es recomendable contratar un servicio basándose solamente en el precio. Lo barato puede terminar saliéndonos muy caro y no solo en términos de dinero sino de seguridad. Lo que sugerimos, es pedir un presupuesto por escrito de antemano, donde se detalle el precio de la visita y de la reparación discriminada la mano de obra de los materiales. Esto nos evitará sorpresas a la hora de abonar.
Un electricista matriculado deberá dar garantía de su trabajo. Es decir, si el inconveniente no quedó solucionado, el usuario dispone de un plazo para reclamarlo y el profesional deberá volver a repararlo sin cargo extra.
Habiendo dejado en claro por qué elegir a un electricista profesional matriculado, lo invitamos a seguir leyendo nuestro blog.